Los cambios en el clima y la perdida de la biodiversidad de cada región de la tierra, cada vez más evidentes, empiezan a ser un factor relevante en el desarrollo humano y en la calidad de vida de las familias. El creciente deterioro de la tierra, agua y aire afecta notablemente a los sistemas productivos ya sean comerciales y/o de subsistencia y esto se constata en cosechas cada vez más escasas y difíciles de sostener, el menor acceso a los recursos hídricos, la contaminación de suelos y mantos acuíferos... Por lo tanto, se ha vuelto prioritario el uso de técnicas y procesos de recuperación y conservación de la biodiversidad que garanticen la mejora en la resiliencia de las comunidades, poblaciones y ecosistemas; esencialmente más vulnerables.